Political corruption, mass graves, brutal murders, escalating crime, medicine shortages, and a brutal dictator at the heart of it all. What sounds like a zombie apocalypse film is actually a list of horrors Venezuelan citizens face every day. The political crisis sparked by former leader, Hugo Chávez has intensified exponentially under Venezuelan dictator, President Nicolás Maduro. Courageous political protestors face imminent death as they fight for basic human rights.
In the first six months of 2019 alone, the United Nations reported that 1,569 protestors were executed by Venezuelan special forces. As of March 2019, 94% of Venezuelans live in poverty and over 10% (3.4 million) of Venezuelans have left the country. To put their economic downfall into perspective, the Venezuelan crisis is more severe than America’s Great Depression. While sociopathic dictator Maduro grows richer each day, civilian corpses rot in the street.
Even with limited access to food, medicine, and safety, this political massacre has not stopped indie filmmaker, Jimmy Castro. Obtaining the necessities for filmmaking like cameras, audio equipment, and props has been virtually impossible. But that didn’t stop Venezuelan filmmaker, Jimmy Castro and his team from making a beautiful collection of horror shorts. Castro made these short films with nothing more than phones and fake blood. Castro’s short films won official selections in Venezuela, the UK, Canada, and Australia.
At the center of the collection is Calla (2019), a wonderfully written and executed horror film named for Calla, a flower representing death in Venezuelan culture. Calla stars talented actors, Loreint Hernández (Calla) and Daniela Marcano (Zora). Seated at a small coffee shop in Venezuela, Calla and Zora meet for the first time. Against the backdrop of a bright red cabinet, alluding to the red scare of communist propaganda, we hear the pounding of a beating heart.
As beautiful brunette Zora sits down with blonde Calla, we realize this isn’t your typical coffee date. Written in Spanish with English subtitles, the film is engaging and suspenseful, with more twists and turns than some 90-minute slashers. Zora, clad in a black leather jacket and tight pants, makes it clear to Calla, that she isn’t here to play.
“First you will erase the photos, messages, and videos you have with Carlos,” demands Calla. She goes on to threaten Zora if she even contacts Carlos (Christian Cobucci) again. Zora leans forward, her leather jacket off, revealing a low-cut shirt and cleavage. Zora laughs and retorts, “So you watched the videos—did you enjoy them?” Carlos is Calla’s husband and she seems suspiciously calm during this whole encounter. What is Calla planning?
The camera zooms in on Zora’s face as she seductively eats the cookies Calla brought. Only Calla doesn’t seem to want any of the cookies. We know by the rules of horror that Zora must die. She slept with another woman’s husband, bragged about it, then tried blackmail the victim. Zora is also hyperfeminized, the type of woman who covers low self-esteem with makeup. If Zora had watched Halloween (1978), she’d know that the cheating, lying, sexualized women, they never survive horror films.
The tension intensifies as Zora wanders into the street, clutching her stomach. Spliced beautifully with scenes of Calla packing up the poisoned cookies, we watch Zora vomit up blood. One of the most gratifying aspects of horror is watching evil people get punished. As horror fans know, more justice takes place onscreen than in the real world. In Venezuela, protestors are brutally tortured and murdered daily, without consequence. But in horror, women like Calla can exact revenge on the evil Zoras of the world. The thick, red blood oozes from Zora’s mouth, as she leans against a brick wall. Meanwhile, Calla calls Carlos, who is sitting by a pool on a gorgeous, sunny day.
“The job is done,” Calla reports to Carlos, removing her glasses. It turns our Calla isn’t the real Calla. “I’m a professional,” she reassures Carlos as she removes her blonde wig. Sharp violins play as the screen fades to black. In just under four minutes, Calla delivers sex, violence, revenge, and death by cookies. It’s a blast to watch, with a well-written script, talented acting, and nail-biting suspense.
What Jimmy Castro has made with his phone and a few actors is nothing short of genius. For decades, horror fans have seen the relationship between real-life horror and fictional horror. During times of war, famine, mass murder, our society’s need for the cathartic horror intensifies. Castro’s film provides a welcome respite from the real-life horrors Venezuelans face every day.
While bad acting seems to be synonymous with indie film, that is not the case with Calla. Actors deliver each line with the emotion, passion, and talent of a trained professional. The shots, soundtrack, dialogue, and suspense make Calla a must-see horror film. Along with Calla, Castro and his team also made horror shorts, La Llamada, Knocking Door, and Got You. Subscribe to Jimmy’s YouTube channel here and stay tuned for more horror.
My heart goes out to the Venezuelan people who are suffering as I write this. I applaud your courage and commitment to creating art, despite facing grave danger. I encourage you all to explore Venezuelan horror. These artists risked their lives to create art and they deserve our attention.
En Español:
Corrupción política, fosas comunes, asesinatos brutales, crímenes crecientes, escasez de medicamentos y un dictador brutal en el centro de todo. Lo que parece una película de apocalipsis zombi, es en realidad una lista de horrores que los ciudadanos venezolanos enfrentan todos los días. La crisis política provocada por el ex líder, Hugo Chávez, se ha intensificado exponencialmente bajo el dictador venezolano, el presidente Nicolás Maduro. Los valientes manifestantes políticos enfrentan una muerte inminente mientras luchan por los derechos humanos básicos.
Solo en los primeros seis meses de 2019, las Naciones Unidas informaron que 1.569 manifestantes fueron ejecutados por las fuerzas especiales venezolanas. A marzo de 2019, el 94% de los venezolanos viven en la pobreza y más del 10% (3,4 millones) de los venezolanos han abandonado el país. Para poner en perspectiva su caída económica, la crisis venezolana es más grave que la Gran Depresión de Estados Unidos. Mientras el dictador sociópata Maduro se enriquece cada día, los cadáveres civiles se pudren en las calles.
Incluso con acceso limitado a alimentos, medicinas y seguridad, esta masacre política no ha detenido al cineasta independiente Jimmy Castro. Obtener los requerimientos para hacer películas como cámaras, equipos de audio y accesorios ha sido prácticamente imposible. Pero eso no impidió que el cineasta venezolano, Jimmy Castro y su equipo hicieran una hermosa colección de cortometrajes de terror. Castro y los suyos hicieron estos cortometrajes con nada más que teléfonos y sangre falsa. Los cortometrajes de Castro han obtenido selecciones oficiales en Venezuela, el Reino Unido, Canadá, Australia, y, recientemente, en USA.
En el centro de la colección está Cala (2019), un película maravillosamente escrito y ejecutado. Cala, una flor que representa la muerte en la cultura venezolana, está protagonizada por actores talentosos, Loreint Hernández (Cala) y Daniela Marcano (Zora). Sentadas en una pequeña cafetería en Venezuela, Cala y Zora se encuentran por primera vez. En el contexto de un gabinete rojo brillante, aludiendo al susto rojo de la propaganda comunista, escuchamos los latidos de un corazón que late.
Cuando la bella morena Zora se sienta con la rubia Cala, nos damos cuenta de que esta no es la típica cita de café. Escrita en español con subtítulos en inglés, la película es atractiva y llena de suspenso, con más giros y vueltas que algunos slashers de 90 minutos. Zora, vestida con una chaqueta de cuero negro y pantalones ajustados, deja en claro a Cala que no está aquí para jugar.
“Primero borrarás las fotos, mensajes y videos que tienes con Carlos”, exige Cala. Ella continúa amenazando a Zora si incluso contacta a Carlos (Christian Cobucci) nuevamente. Zora se inclina hacia adelante, sin su chaqueta de cuero, revelando una camisa escotada y un escote. Zora se ríe y responde: “Así que viste los videos, ¿los disfrutaste?” Carlos es el esposo de Cala y parece sospechosamente tranquila durante todo este encuentro. ¿Qué está planeando Cala?
La cámara se acerca a la cara de Zora mientras come seductoramente las galletas que están en la mesa. Solo Cala no parece estar interesada en ninguna de las galletas. Sabemos por las reglas del horror que Zora debe morir. Se acostó con el esposo de otra mujer, se jactó de eso, luego trató de chantajear a la víctima. Zora también está hiperfeminizada, el tipo de mujer que cubre la baja autoestima con maquillaje. Si Zora hubiera visto Halloween (1978), sabría que las mujeres infieles, mentirosas y sexualizadas, nunca sobreviven a los asesinos.
La tensión se intensifica cuando Zora sale a la calle, agarrándose el estómago. Alternado maravillosamente con escenas de Cala empacando las galletas venenosas, vemos a Zora vomitar sangre. Uno de los aspectos más gratificantes del horror es ver a las personas malvadas ser castigadas. Como saben los fanáticos del horror, se produce más justicia en la pantalla que en el mundo real. En Venezuela, los manifestantes son brutalmente torturados y asesinados diariamente, sin consecuencias. Pero en el mundo del cine de Horror, las mujeres como Cala pueden vengarse de las malvadas Zoras del mundo. La sangre espesa y roja rezuma de la boca de Zora, mientras se apoya contra una pared de ladrillos. Mientras tanto, Cala llama a Carlos, que está sentado junto a una piscina en un hermoso día soleado.
“El trabajo está hecho”, informa Cala a Carlos, quitándose las gafas. Resulta que nuestra Cala no es la verdadera Cala. “Soy una profesional”, le asegura a Carlos mientras se quita la peluca rubia. Los violines afilados se reproducen mientras la pantalla se desvanece a negro. En poco menos de cuatro minutos, Cala ofrece sexo, violencia, venganza y muerte con galletas. Es una maravilla verlo, con un guión bien escrito, una actuación talentosa y un suspenso mordaz.
Lo que Jimmy Castro ha hecho con su teléfono y algunos actores es genial. Durante décadas, los fanáticos del horror han visto la relación entre el horror de la vida real y el horror ficticio. En tiempos de guerra, hambre, asesinatos en masa, la necesidad de nuestra sociedad por el horror catártico se intensifica. La película de Castro ofrece un respiro de los horrores de la vida real que enfrentan los venezolanos todos los días.
Si bien la mala actuación parece ser sinónimo de cine independiente, ese no es el caso de Cala. Los actores entregan cada línea con la emoción, la pasión y el talento de un profesional capacitado. Las tomas, la banda sonora, el diálogo y el suspenso hacen de Cala una película de terror que hay que ver. Junto con Cala, Castro y su equipo también hicieron cortos de terror, La Llamada, Knocking Door, y Got You.. Suscríbete al canal de Jimmy de YouTube aquí y mantente atento a más películas.
Mi corazón está con los venezolanos que sufren mientras escribo esto. Aplaudo su coraje y compromiso para crear arte, a pesar de enfrentar un grave peligro. Los animo a todos a explorar el horror venezolano. Estos artistas arriesgaron sus vidas para crear arte y merecen nuestra atención.